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Terapias biológicas

¿Qué son las Terapias biológicas?

Llamamos Terapias biológicas a todas aquellas sustancias de origen biológico que se utilizan para favorecer los procesos fisiológicos de regeneración y cicatrización de los tejidos dañados por diferentes causas.

Estas terapias  favorecen un sensible acortamiento del tiempo de recuperación de muchas lesiones y  procesos patológicos y provocan un alto grado de satisfacción en el paciente.

¿CÓMO FUNCIONAN?

Son terapias autólogas, es decir,  utilizan elementos existentes en nuestra propia sangre que potencian la capacidad de curación de nuestro organismo.

 Estos elementos se obtienen mediante un procesamiento externo y se aplican en la zona lesionada para activar localmente los procesos fisiológicos de cicatrización.

Estos procedimientos pueden ser empleados como tratamiento único en diversas patologías donde han mostrado su eficacia o como complemento en muchas intervenciones quirúrgicas.

¿Qué ventajas ofrecen?

  • No requieren ingreso hospitalario.
  • No precisan aplicar ningún tipo de anestesia.
  • Utilizan sustancias obtenidas de nuestro propio cuerpo.
  • No hay posibilidad de rechazo.
  • No es necesario ningún agente farmacológico, evitando así sus posibles efectos secundarios.
  • Su aplicación se realiza en varias sesiones para obtener un óptimo resultado.
  • No requieren una especial modificación de nuestras actividades cotidianas.
  • No interfieren  con otros tratamientos de recuperación funcional (Fisioterapia, Rehabilitación…).
¿QUÉ TIPOS EXISTEN EN LA ACTUALIDAD?

 Viscosuplementación (ácido hialurónico):

La artrosis es una enfermedad que afecta a las articulaciones y que se caracteriza por la degradación y pérdida del cartílago que la recubre. Este hecho produce dolor mecánico, hinchazón, rigidez y limitación que, aumentan en severidad según la enfermedad progresa. Constituye una de las principales causas de incapacidad en el adulto.

El ácido hialurónico es un tratamiento ampliamente utilizado en esta enfermedad para mejorar el dolor y la función articular. Sus principales funciones son:

  • Lubricación de las articulaciones.
  • Amortiguación de los impactos repetidos que sufren las articulaciones.
  • Interacción y nutrición de las células sinoviales articulares.

En las articulaciones que padecen artrosis, el líquido sinovial contiene una menor concentración de ácido hialurónico que en las sanas, lo que conlleva un aumento de la sobrecarga mecánica y una degradación progresiva del cartílago y de la articulación.

Existen múltiples estudios que demuestran que, la inyección intrarticular de ácido Hialurónico administrado en una o varias dosis, mejora notablemente la función del líquido articular y disminuye sensiblemente el dolor y la discapacidad que produce la artrosis.

El ácido hialurónico no se puede obtener de nuestra sangre por lo que empleamos jeringas precargadas de una sal sódica sintética de Hialuronato sódico en concentraciones del 1-2%. 

En el tratamiento de la artrosis, fundamentalmente de rodilla, con  viscosuplementación de ácido hialurónico los resultados han sido claramente satisfactorios. Su empleo se ha extendido a artrosis de otras articulaciones como cadera, tobillo y hombro con un resultado similar.

Plasma rico en plaquetas (PRP)

Los factores de crecimiento se liberan de las plaquetas cuando se produce una lesión y son fundamentales para que se inicie el proceso de reparación de los tejidos. 

En la actualidad, disponemos de la tecnología necesaria para obtener una cantidad variable de nuestra sangre y extraer de ella mediante un sencillo proceso, una solución de plasma que presenta una elevada concentración de plaquetas. En las plaquetas es donde se almacena un elevado porcentaje de factores de crecimiento.

Una vez obtenido este plasma enriquecido con los factores, podemos inyectarlo directamente en la zona lesionada acelerando y propiciando los procesos fisiológicos de reparación tisular.

Es un tratamiento útil y fiable para la solución de múltiples patologías, bien en solitario, bien asociado a otras terapias (Rehabilitación Cirugía, Artroscopia…).

Su principal indicación como tratamiento aislado son las tendinopatías crónicas, por ejemplo, epicondilitis, epitrocleitis, fascitis plantar, tendinitis rotuliana, aquílea o cuadricipital, o bursitis trocantéreas. También tienen una notable aplicación en lesiones musculares disminuyendo notablemente el tiempo de recuperación.

En asociación con el tratamiento quirúrgico, existen numerosos estudios que demuestran  su eficacia acortando el periodo de cicatrización y mejorando la recuperación del paciente. Se utiliza frecuentemente como coadyuvante en cirugía artroscópica de hombro y rodilla.